31.12.07

 

Carta nº 1630- LA IRA DE AGUIRRE

Lope de Aguirre fue un desquiciado conquistador español del siglo XVI. Buscó El Dorado, la ciudad de oro de los Incas, en el Amazonas y la odisea acabó a sangre y fuego, con la espada, los mosquetones, con la cruz por delante. Se le atribuye que la ira de su mano la guió Dios. Acabó más loco aún. Fue un mal ejemplo para todo lo hispano, que lamentablemente aún recuerdan los países hermanos. La leyenda le acompañará siempre, como un depredador humano.
Pero hay otra Aguirre que por decreto y de un plumazo ha rescindido la contrata de los servicios de limpieza del Metro de Madrid, que ostentan distintas firmas de este sector. La señora Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, se ha pasado tres pueblos. Nadie en su sano juicio actúa de manera tan absurda, prepotente e irracional. Despide a cuatro prestigiosas empresas, desorganiza a 1500 trabajadores y se enfrenta a sindicatos y afrenta a la patronal. En mi condición de empresario del sector de la limpieza, he negociado convenios y padecido huelgas y soportado los “piquetes informativos” en la calle y en la propia empresa. Ninguna institución, al menos en Cataluña, rescindió jamás ningún contrato. Reunidos las partes y después de duras y largas negociaciones, un “laudo arbitral de obligado cumplimiento” daba por zanjado el conflicto. Nadie quedaba de acuerdo, pero al fin era la solución definitiva. El organismo oficial, a veces, también concedía y atendía la petición de los empresarios para poder mejorar las condiciones económicas de los trabajadores, al margen del presupuesto inicial, es decir se ampliaba por parte de la Administración el importe de la contrata, dado los altibajos, los desfases que sufren todos los sectores de la sociedad. Además doña Esperanza ha retenido las fianzas millonarias empresariales
En este caso parece se ha impuesto la dura mano de Aguirre, la soberbia de la vara de mando. Ha jugado mal sus cartas. “Esperanza no ha sabido bailar este cha, cha, chá” No ha respetado el derecho a huelga de los trabajadores, no ha interpuesto unos negociadores, unos profesionales (Inspectores de Trabajo, gestores, abogados, hombres buenos, etc.) para la solución del conflicto. Jamás la ira nos llevó a ninguna parte, solo el diálogo y el entendimiento de las causas y el análisis de la situación logra el objetivo. Siempre hay atenuantes y justificantes para que unos débiles trabajadores, económica y socialmente hablando, hagan una huelga. Como siempre hablando se entiende la gente, si no las urnas quitan o dan el poder.
ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS– Ex-empresario de Limpieza–Escritor-

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