17.9.07

 

LOS HIJOS PRODIGOS

No descubro nada nuevo diciendo y certificando ante Notario si es preciso que todos hemos sido hijos alguna vez y tenido unos padres y madres, antes biológicos, hoy por inseminación artificial, por adopción, transgénico o muñeco metálico, que todo llegará. Lo cierto es que hemos sido hijos de alguien o de algo. Nuestras mamás, por regla general nos han cuidado, mimado y tratado como príncipes o reyes, los menos aunque más favorecidos por su alta cuna.

Hemos sido la “alegría de la huerta”, la niña de sus ojos, el amor de sus pecados, la brisa de la inocencia. Nuestras madres, y algunos padres, nos cuidarán hasta la muerte, siempre seremos los niños o niñas aunque tengamos 60 años y él o ella sea una venerable anciana de 80 o más años. Toda la vida velarán por nosotros, porque somos parte de ellos, un trozo de su carne, de su sangre, de su interior, un pedazo de su propia vida. Un ser al que desean ofrecer su amor, alimentarlo y enseñar las bondades o peligros de esta sociedad, formarlos para que en un futuro sean hombres y mujeres de provecho. Padres que buscan en sus hijos lo que alguno quiso ser y no pudo. La mayoría de veces se fracasa en el intento, porque cada hijo te sale como le da la gana y salvo que lo sometas al tercer grado o lo atontes entre las faldas desde niño, éste hará lo que quiera. Te puede salir tonto, caprichoso, problemático y raro.

No escarmentará en cabeza ajena y querrá experimentar sus errores y darse coscorrones en su propia cabezota. Pobre de ti que le des un consejo, lo llames al orden, le quites la paga o lo “invites” a dejar tu casa por abusón, gandul y aprovechado. Te puede denunciar ante el Juez y obligarte a cumplir “tus” obligaciones de padre o madre. Es decir pueden ser una cadena perpetua para toda la vida, de brillante acero inoxidable o de poroso hierro colado. Así son algunos hijos si has permitido insultos, vejaciones y malos tratos. Aunque hay hijos que no merecen los padres que tienen, porque han mejorado su propia especie. Hay hijos que estudian para bobos, soberbios o estúpidos. Algunos que no han estudiado las ciencias de la vida, serán unos zombis, unos currantes, unos peones, toda la vida, unos “pelaos” unos perdedores. Los hay que teniéndolo todo, no hacen caso de los consejos paternos o del sexto sentido y experiencia maternal. No siguen ninguna directriz, siempre se meten en bocas de lobos, en saraos, léase líos de faldas, prestamos, malos amigotes, discotecas, drogas, embarazos pantojiles o bodas “baronesas” a donde no va ni la encadenada al árbol del Paseo del Prado. O del tonto de turno que embaraza a su compañera, la lleva al hospital y se entera todo quisque, cobrando por ello en la tele, mientras la gran y hartísima madre que está hasta el moño de estos faralaes, está trabajando en el extranjero mostrando su mejor sonrisa, pero con lágrimas en su corazón.

Ya he dicho que los hijos son la alegría de la huerta, pero algunos salen podridos por exceso de amor, de agua de lágrimas, otros salen torcidos como las ramas, por los amigotes que te encuentras en el pedregoso camino y no hacer una poda, un abono o un cachete a tiempo. Pero los más te acompañarán toda la vida y serán nuestro paño de lágrimas y la máxima alegría cuando nos hagan abuelos y volvamos al ciclo de la vida, cuidar, intentando transmitir al nieto lo que el zoquete de tu hij@ no quiso, pudo o supo. Pero siempre serán los hijos pródigos. GRACIAS PAPÁ, GRACIAS MAMÁ.

ABRAHAM MÉNDEZ RAMOS-Escritor

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